Adaptado de NIST Cloud Computing Reference, Ariquitechture & Taxonomy
En el modelo cloud computing los recursos IT y los servicios hacen abstracción de la infraestructura subyacente y se proveen bajo demanda (cuando se necesitan), de forma centralizada, escalable y elástica (creando la ilusión de una infinidad de recursos) y multitenant (es decir una solución para muchos o one to many). El modelo de explotación en entorno cloud computing tiene obvias ventajas de optimización de la gestión, eliminación de islas de información, mejor aprovechamiento de recursos físicos, centralización del suministro, economías de escala y mejora de la eficiencia.
Las aplicaciones requieren de un modelo de computación, un modelo de almacenamiento y un modelo de comunicación. En un entorno “compartido” como es el cloud computing, la tecnología que ha facilitado la posibilidad de multiplexar estos recursos, asignarlos y gestionarlos ha sido la virtualización que permite desacoplar el hardware del software haciendo posible replicar el entorno del usuario sin tener que instalar y configurar todo el software que requiere cada aplicación (en este contexto hablamos de virtualización del sistema operativo, por ejemplo con tecnología de contenedores) o emular directamente los componentes físicos sobre sistemas operativos huéspedes (virtualización completa de servidor vía hipervisor o monitor de máquinas virtuales). Esta característica hace extremadamente resilientes los servicios cloud computing que pueden ser fácilmente “reactivados” es decir movidos a otro servidor o CPD en caso de contingencia, por motivos económicos, por razones de eficiencia o por causas regulatorias.