Madrid, febrero de 2019
La armonización de ofertas de grandes proveedores globales (o de hiperescala) con la oferta de proveedores locales y con la legitimación democrática por parte de una sociedad de servicios cada vez más sensible a cuestiones de justicia distributiva, privacidad, fiscalidad, etc. se ha convertido en un problema crucial de gobernanza.
El trilema de la globalización establece la imposibilidad de la coexistencia de un gobierno “mundial” que opere vía acuerdos intergubernamentales (y por tanto con protagonismo de la soberanía estatal-nacional) y se legitime democráticamente entre la ciudadanía. Por analogía, en el mercado de servicios TIC, la globalización se manifiesta en la preponderancia de ofertas oligopólicas de los grandes –y escasos— proveedores globales de hiperescala.
La soberanía estatal/nacional habría que interpretarla como la existencia de ofertas locales de servicios que satisfagan funcionalmente necesidades específicas de mercados nacionales y sean provistos por industrias regionales. La legitimación democrática de la economía tecnológicamente globalizada pasaría esencialmente por un control social y ciudadano de las corporaciones al menos en lo relativo a los aspectos fiscales, laborales y de privacidad, control que debería conducir a: la imposición estatal y la no erosión de las bases fiscales estatales; a la no explotación ni precariedad; y a la protección incondicional de datos de carácter personal.
El trilema se plantearía ahora en los siguientes términos: ¿pueden coexistir, en un mercado abierto, una oferta globalizada y una industria local de proveedores de servicios bajo el mandato democrático de una regulación justa ? o ¿igual que en lo relacionado con la gobernanza habrá que concluir que no se pueden satisfacer cabalmente los tres requisitos?.
Este trilema tecnológico no parece que haya de ser irresoluble. El equilibrio se debería sustentar, en primer lugar, sobre un reconocimiento de los proveedores locales y la puesta en marcha de una política industrial y de fomento de la innovación poderosa. La coexistencia, factible, de la oferta local anterior con propuestas globales de ofertantes de hiperescala en entornos híbridos o preferiblemente multicloud constituiría un segundo pilar y todo ello –tercer pilar— bajo unas condiciones de simetría en la información, transparencia y no discriminación garantizadas.
Europa no puede convertirse en un erial tecnológico cuyas empresas sean meras receptoras de servicios o clientes de las corporaciones globales, máxime cuando hay dudas sobre el desempeño ético de las mimas. Conviene crear un círculo virtuoso de desarrollo de tecnología y servicios cuyo uso masivo y rentabilidad alimente nueva innovación: debilitar nuestro entramado productivo a través de la migración y cesión de nuestra actividad y datos es una garantía de descapitalización y pérdida de influencia a nivel mundial.
En la sección de documentación de est web (http://www.interhost.com/documentacion) se puede encontrar una versión más extensa de estas reflexiones./F.D.S.